Gobernar es hacer y realizar de verdad. No es palabras y documentos escritos. No es sólo el uso de redes sociales para comunicar a los ciudadanos. No es una declaración diaria a los medios de comunicación.
Por Orlando Vignolo. 11 octubre, 2021. Publicado en Correo, el 8 de octubre de 2021.
Los últimos presidentes de la República han configurado una forma de anarquía cuasi formalizada, que se basa en nunca decidir a través de las potestades habilitadas por el ordenamiento, no dirigiendo de manera tangible acciones a favor del bien común y provocando la postergación indefinida de las efectivas soluciones a problemas colectivos. Este fenómeno vicioso por omisión o de búsqueda de la mera apariencia, que bien puede denominarse como el desconcierto gubernamental, se ha acrecentado en los últimos dos meses debido a la diaria aplicación de una serie de medidas que agrupadas han causado una zozobra nacional sin precedentes. Y como lo malo se multiplica rápidamente, esta misma fórmula de desgobierno se ha instalado en las cabezas de los políticamente elegidos fuera de la capital.
Gobernar es hacer y realizar de verdad. No es palabras y documentos escritos (muchos o casi todos sin ningún fondo o consecuencias apreciables en la realidad). No es sólo el uso de redes sociales para comunicar a los ciudadanos (¿cómo puedes informar lo que no existe?). No es una declaración diaria a los medios de comunicación. Es acercarse más a la idea de la administración pública de lo cotidiano, de las formas sencillas, discreta y que sirve eficientemente al interés público mediante funcionarios profesionales, idea que tanto propugnó y defendió el gran profesor S. Martín-Retortillo.
¿Pero cuáles son estas medidas de la anarquía que deben ser extirpadas? (i) Los anuncios por redes o en eventos públicos de “reformas”, sin mostrar datos e informes técnicos de cobertura, (ii) la creación de comisiones de “expertos”, (iii) la preparación de un “proyecto de ley o reglamento” como “respuesta” a una complicación ordinaria (¡la sociedad no se cambia por decreto!), (iv) la creación de nuevas organizaciones administrativas para solucionar determinados problemas permanentes o coyunturales, (v) el ataque a sentencias judiciales que les son desfavorables a las entidades administrativas y que obligan a hacer o no hacer, (vi) las firmas de “acuerdos” con una población enardecida que nunca se ejecutan, (vii) la creación de un zar, secretario o cualquier otra denominación que busque personalizar la respuesta a un problema de interés público, (government by law not by man, gobierno de instituciones o del Derecho, no de personas).
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.